LA CULTURA Y SU INCIDENCIA EN EL PENSAMIENTO Y LA PRÁCTICA DEL DOCENTE
LA CULTURA Y SU INCIDENCIA EN EL PENSAMIENTO Y LA PRÁCTICA DEL DOCENTE
Mejorar el
aprendizaje de los educandos para formar personas integrales y ciudadanos
comprometidos capaces de actuar en nuestra compleja sociedad, demanda variadas
tareas de parte de todos los involucrados en el sistema educativo.
Sin embargo,
teniendo en cuenta que la labor docente y su intervención en el aula es el
elemento que más incidencia tiene en el desarrollo de los educandos, entre
todos, el rol del docente es hoy uno de los mayores focos de atención como gestores
de un cambio para la mejora del proceso; de ahí las diferentes intervenciones
que se han realizado a nivel de formación docente tanto en la formación inicial
- con el proceso de revisión de programas de los centros de educación superior
que ofrecen las carreras docentes, como en la formación continua con planes de
perfeccionamiento y evaluación del desempeño docente.
Son altas las
exigencias hacia el docente por realizar prácticas de enseñanza eficaces, las
que son medidas por resultados de los alumnos en pruebas estandarizadas o
evaluadas generalmente mediante la observación de las clases del docente, por
parte de algún miembro directivo del centro.
Sin embargo,
para que los educandos logren desarrollar las competencias de formación que
están programadas de acuerdo al Curriculum Nacional y a lo que cada institución
declara en el Proyecto Educativo Institucional, el docente debe realizar
esfuerzos de sobre manera para dar cumplimiento a aquello en condiciones
laborales que muchas veces son adversas.
Así también,
considerando que el proceso educativo es dinámico y variable, demanda del
docente una constante reflexión sobre su práctica que le permita tomar
decisiones para mejorar el proceso. De hecho, tanto la formación inicial como
la continua, tratan de proporcionar a los docentes el sentido de que haya una
práctica reflexiva y se realice un constante balance de las competencias
(Gather, 2004).
Esta tarea
docente es hoy una de las más demandadas: que el educador sea capaz de
reflexionar sobre su quehacer y el impacto que tiene en los educandos,
evaluando constantemente para ir mejorando sobre la marcha. En otras palabras,
una de las claves fundamentales del desarrollo profesional del docente será la
formulación, utilización y reconstrucción permanente de su pensamiento práctico
reflexivo que le permita cuestionar su propio quehacer e interpretar
racionalmente la realidad para generar estrategias de intervención.
El quehacer
del docente forma parte de las profesiones que propician el aislamiento, así el
individualismo permanece en el interior de su identidad profesional (Gather,
2004).
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